sábado, 6 de junio de 2020

6º Capítulo. HISTORIA DEL CERRATO CASTELLANO. SIGLO XX.

6. HISTORIA DEL CERRATO CASTELLANO. SIGLO XX.

1. Diré los grandes hitos que constituyen la historia del segundo siglo de la Edad Contemporánea. Son: reinado de Alfonso XIII desde que nació en 1886 a 1931 en que dimitió del mismo. Dentro de este periodo se impuso la dictadura de Miguel Primo de Ribera; la II República desde 1931 a 1939; el levantamiento franquista traído por la guerra Civil española; y la democracia nacida una vez muerto Franco, en la cual nos encontramos.

Intentaré trazar una línea que una los acontecimientos que crecieron en estas etapas. Una línea que se llamará bien común que es, en definitiva, la razón de ser de cualquier política que se considere digna de llamarse así.
Si sus protagonistas se acomodan a ella, si intentan gestionar los problemas y asuntos de la res pública a la luz de ese ideal, diremos de ellos que son buenos políticos, aún cuando cometan errores. Éste, pues, será el criterio conforme al cual juzgaremos la acción de quienes han sido responsables de la nación. Será también el rasero que mida el grado de educación ciudadana necesario en cualquier cerrateño para poder afirmarse de él que es un buen ciudadano.

2. Alfonso XIII fue hijo de Alfonso XII. Se le apodó “el Africano” por la guerra de Marruecos que aconteció durante su mandato. Subió al trono cuando llegó a la mayoría de edad, 16 años, en 1902, seis años antes del desastre del 98. Tuvo el acierto de declarar neutral a España ante la primera Guerra Mundial de 1914 a 1918. Fundó la Oficina pro Cautivos con su dinero particular: un millón de pesetas.  Esta oficina fue la primera obra humanitaria gubernamental y se ocupaba de recabar información sobre civiles en guerra para comunicársela a sus familiares.  En aquel tiempo se daban cuatro problemas fundamentales en nuestro país: - Falta de representatividad política de amplios grupos sociales – Pésima situación del campesinado – Guerra en Marruecos – Nacionalismo catalán.
Los dos primeros no los resolvió. La guerra de Marruecos fue un fracaso para nuestro ejército que quedó humillado con su derrota. Fue también un pozo hondo donde desaparecían muchos hijos que batallaban por el prurito de seguir teniendo un simulacro de imperio, una vez desaparecido el americano. El nacionalismo catalán debilitaba la eficacia de poder mantener un proyecto común como nación única y unida. Todo lo cual empujó al rey a adherirse a la propuesta de algunos generales que no veían otra solución para mantener el orden que proclamar una Dictadura. La del catalán Miguel Primo de Ribera de 1923 al 1930. Pero cuando los conflictos se arreglan con la fuerza, el castigo, la cárcel y la represión, quiere decir que no se arreglan. Las organizaciones de los trabajadores como la CNT y la UGT, el PSOE y los grupos representativos del mundo obrero quedaron relegados y sin apenas poder pronunciar su palabra reivindicativa y propositiva. Nació el descontento integral. Los oprimidos lograron arrancar unas lecciones en 1931 y la evidencia de la opresión resaltó manifiesta. Ganaron las izquierdas y se implantó la II República española de 1931 a 1939. Al final de este periodo estalla la II Guerra Mundial (1939-1945). Y si bien es cierto que España no entra en esta guerra, también lo es que no entró porque anteriormente nuestro país había estado saturado de ellas: contra las colonias americanas, contra Estados Unidos, contra el Carlismo, contra Cuba y sobre todo contra nosotros mismos con una guerra civil y un golpe al Estado   republicano, encabezado por el Caudillo Francisco Franco que había dejado un millón de muertos sobre el desértico y abatido solar de nuestra Patria.
En Europa habían amanecido los fascismos: el de Hitler en Alemania, el de Mussolini en Italia y el de Franco en España. Con Mussolini ya había hablado Alfonso XIII en 1934, dos años antes de que Franco cruzara el estrecho de Gibraltar para tirar bombas en la Península. Al comenzar la Guerra Civil franquista, el Rey dimitido apoyó fervientemente al bando sublevado. Se consideró a sí mismo como un “falangista de primera hora” y pidió auxilio al “Duce” Benito Mussolini para restaurar la Monarquía en España si se produjera un eventual golpe de Estado. Consiguió del Fascio una aportación de 1.500.000 pesetas, 200 ametralladoras, fusiles y granadas de mano.  La relación con Franco fue amistosa en un principio y no tan clara durante la implantada dictadura del gallego.
Así pues, los pobladores campesinos y rurales de Castilla la Vieja y de León y de otras regiones de aquel entonces vieron pasar delante de sus ojos a la restauración borbónica, a la dictadura de un General, a la dictablanda del militar Dámaso Verenguer y a otra dictadura más reciente y no menos opresora de libertades y de imaginación, la franquista.
Por fin, muerto Franco, empalma con aquella monarquía alfonsina, uno de sus sucesores borbones, Juan Carlos I, nieto de Alfonso XIII e hijo de un rey sin reino, Don Juan de Borbón que estuvo oculto en Estoril, guardando la dinastía durante el aluvión franquista y convenciendo a ésta de la las bondades de encarrilar el rumbo de España, volviendo al seno monárquico de su hijo. Franco así lo aceptó y nombró rey a Juan Carlos que aceptó un reinado sujeto al Parlamento, nombrando a D. Adolfo Suárez primer ministro de la democracia, así reconocida en la Constitución de 1978. Felipe González culmina el periodo de transición entre una España sumisa y tradicional, pro Antiguo Régimen, a otra que va aprendiendo a ser demócrata. No sin dificultades, pues un año antes a la victoria electoral del socialista Felipe González, un grupo de guardias civiles, capitaneados por Antonio Tejero irrumpen en el Congreso con la intención de eliminar a la democracia y volver a las andadas. Fracasó afortunadamente este golpe de Estado. Desde 1982 hasta 1996 en que Aznar sustituye a Felipe, y desde 1996 hasta nuestros días España va recobrando la normalidad del voto y del debate parlamentario para discutir situaciones dirigidas sucesivamente por Zapatero del PSOE, por Rajoy del Partido Popular y actualmente por el socialista Pedro Sánchez acompañado de otros partidos con quienes se ha formado el Primer Gobierno de Coalición de la democracia española.

3. Conclusión: El siglo XX ha sido una centuria sorprendente, fascinante y cruel a la vez.
¿La base de su evolución? -  La conquista proletaria de su propia organización. No es que aparecieran por arte de magia los trabajadores-proletarios. Éstos han existido siempre, desde los albores del Paraíso terrenal. Lo nuevo ha sido que esta masa se convirtió en clase, que la ignorancia de su poder se transformó en consciencia de su magnética energía transformadora.
Si el siglo precedente descubrió la fuerza de la burguesía contra la nobleza aristocrática, el siglo XX  destapó la fuente remansada de las caudalosas aguas de la clase trabajadora contra la burguesía del dinero acumulado en las grandes  corporaciones, en los bancos y en los bolsillos de los grandes fabricantes de recursos a veces innecesarios y caprichosos. Los impulsores del consumismo depredador.
Este dialéctico planteamiento adquirió carta de realidad en algunas fechas significativas como el 1905, 1914 al 1918, 1917, 1931 y 1936 en España. 
La revolución rusa de 1905 nació en una revuelta campesino-obrera producida como consecuencia inmediata de la represión del Domingo Sangriento, que condujo al establecimiento de los derechos civiles básicos para todo el pueblo ruso. La I Guerra Mundial representó una llamada de atención por parte de los pueblos subyugados, demostrando ante el mundo que también ellos existían, que no era indiferente repartirse las riquezas de las colonias sin ni siquiera llamar por su nombre a las naciones del tercer mundo. La revolución rusa del octubre de 1917
venía a poner fin al régimen zarista y a inaugurar otro nuevo que cuajaría en la creación de la URSS o Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.  La II República
Española (1931) significó para España el surgimiento de una voz hasta entonces desconocida que, fortalecida por experiencias internacionales, fue capaz de sentar cátedra en unas Cortes cultas y populares como nunca habían existido en nuestro suelo. 1936 no pudo aguantar tanta luz y sus generales salieron a la calle con fusil, pero cegados por la falta de sabiduría humana y social. A los políticos republicanos no se les permitió terminar con su denuncia de la injusticia cultural-burguesa. A los rebeldes españoles les siguió un fascismo aterrador que dejó sobre las cunetas europeas más de 60 millones de víctimas, según cálculos prudentes. Los ultraburgueses fascistas alemanes, italianos y adláteres no podían consentir el auge de los históricamente explotados ni siquiera la mejora del lumpen-proletariado más   excluido y surgió la II Guerra Mundial.
La fuerza de la razón compensaría a mediados del siglo la crueldad del “homo sapiens” con la declaración del mejor invento del siglo XX: la de los Derechos Humanos de 1948 y la fundación de la ONU tres años antes, el 24 de octubre de 1945. Desde 1960 al 80 creció y se estabilizó un extremo de los pares contrarios que venían circulando a través de los hechos reales de la vida. Se instaló con fuerza el economicismo neoliberal y salvaje que en 1990 cuajó en la victoria sobre el imperio de la URSS y en el derrumbe de su símbolo, el muro de Berlín (1989). Parecía que la historia había terminado y que ya no existían los contrarios sociopolíticos, levantándose con la definitiva bandera del triunfo el neoliberalismo, defendido y protagonizado por el poder militar y económico de los EE. UU.
Mas no se vence tan fácilmente al gallo rojo de la solidaridad y de la justicia. Y aún a costa de errores y de otro tipo de violencia apareció otra parte de la humanidad que trabajaba callada pero latente y con astuta fuerza: la mayoritariamente explotada humanidad musulmana. El 11 de septiembre del 2001 se estrenó el siglo XXI con la embestida de las Torres Gemelas en el corazón de mundo desarrollista occidental, Nueva York. Operativos de la banda terrorista AL-Qaeda secuestraron ante la admiración y miedo del mundo al símbolo del desarrollo capitalista. 

Terminó la epopeya del siglo XX, pero no sin dejar alguna lección para la historia. Habían corrido dos fuerzas sociales, burguesía y proletariado, en una carrera sin igual. Pero habían desarrollado la competición caminando cada una de ellas en paralelo. Sin llegar a encontrarse nunca. Por el contrario, cada una a ver quien llegaba antes sin pensar que vencer no significa llegar antes, sino juntos. Y ésta es precisamente la lección que tenemos que aprender. Hay que buscar la convergencia, no el alejamiento ni el distanciamiento. El motor de la historia no es la competitividad ni el dominio de débil por el más fuerte, sino el abrazo de los pueblos, la armonía de los diferentes, la apertura de fronteras. La ocasión se acerca de tal manera a la vista de las personas de bien que ni pintada se presentaría mejor. Son los inmigrantes, los arrojados por las guerras, quienes, constituyéndose no en “un” problema, sino en “el” problema de nuestra actualidad histórica nos ofrecen la oportunidad de crear un mundo cosmopolita, humana y no sólo económicamente globalizado, un mundo abierto a las diferencias en busca de la igualdad, un mundo que elimine la pobreza y permita a todos sentarse en la mesa universal de un planeta fraternizado. 
Refiriéndome a España diré que la lección se centra en la superación de algunos datos proporcionados por la ONG Ayuda en Acción y por el VIII informe FOESSA:
- Casi 1 de cada 3 niños y niñas siguen en riesgo de pobreza o exclusión social en España. Esta situación también afecta a 1 de cada 5 españoles y españolas.
- En los últimos años se ha aumentado la brecha entre los hogares con rentas más altas y más bajas.
- Es el caso de 4,1 millones de personas (8% de la población) que se encuentran en situación de exclusión social severa.
- Estas personas tienen que elegir entre calefacción o comida.
- Para superar esa exclusión y desigualdades hay que echar mano, no queda otro remedio, de la educación que sigue siendo la llave para abrir las puertas a un futuro mejor.
Si el Cerrato quiere colaborar en esta incomparable lucha por el bien de la humanidad debe aprender a conocer su realidad que sin duda padece problemas similares a los últimamente descritos y, una vez concienciado, poner manos a la obra de la liberación propia y ajena. Será la única manera de ingresar en las filas de quienes contribuyen al progreso de la historia.


MRR

No hay comentarios:

Publicar un comentario