martes, 14 de febrero de 2023

Homenaje al reinosero D. Carmelo Torres, (autor: Martín)

 D. CARMELO TORRES VILLAMERIEL.


El 5 de febrero ha muerto el sacerdote D. Carmelo Torres. Fue Párroco de Reinoso de Cerrato durante cuatro años. No fue oriundo del pueblo, pero sí un cercano pariente de una de las familias numerosas de Reinoso: Los Torres.

¿Su vida? Se centró en ser lo que su vocación le pedía. Ser sacerdote supone ser un servidor de la palabra de Dios, un predicador de la misma, un maestro de la ética, un ciudadano atento a las necesidades de la ciudad, del pueblo; un individuo honrado, es decir coherente con la dignidad humana.

Difícil tarea, no cabe duda. Por otra parte, coincidente en lo esencial con la de cualquier ser humano que quiera ser coherente con la naturaleza propia de un ser racional.


DESPEDIDA DE NUESTRO AMIGO, SACERDOTE D. CARMELO,
FOTO EN EL TELECLUB JUNTO A D.JESUS GARCÍA 01/12/2009










Don Carmelo se esforzó en el cumplimiento de este planteamiento. ¿Algunos ejemplos? Formó una coral con la juventud del pueblo, restauró ciertas imágenes del retablo parroquial,  fue un buen hijo con su madre enferma. Pero, entiendo que, sobre todo, quiso desvelar la realidad. Es decir, puso empeño en quitar el velo que torpes interpretaciones añaden a la superficie de las cosas. Son añadiduras que la historia de los hombres y mujeres derraman sobre el transparente devenir de lo sencillo. Valga decir, que un vecino es un vecino y no un enemigo, que un niño no es un estorbo, que un joven no es un atropellador, que una mujer no es un objeto, que un hombre no es un sospechoso de maldad, que un inmigrante no es un ladrón de empleos, que un extranjero no es un bicho raro, que un necesitado no es un delincuente. Don Carmelo miró las cosas cara a cara, descubrió el ser propio de cada acontecimiento, de cada pequeña realidad o situación. Las observó por dentro, desde su íntima constitución, e intentó eliminar prejuicios, malas intenciones, sospechas de la vecindad, memorias imaginadas, dimes y diretes que la tradición elabora al socaire de la solana. 

Miró con los ojos limpios a sus feligreses y descubrió en ellos la bondad que habita en los seres sólo por el hecho de serlo. Lo superpuesto fue eliminado de su mirada. Lo apartó de su pensamiento y el resultado fue una vida buena, un buen cura y un buen hombre. La Asociación AMIGOS DE REINOSO y el pueblo entero anhelamos que disfrute 

de la paz que él tantas veces deseó a quienes enterró.  


MRR.


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