martes, 18 de junio de 2019

Homenaje a Conchita Ayuso Ayuso


CONCHITA AYUSO AYUSO.

Han tocado las campanas en una parroquia de Vigo. Se han escuchado en Reinoso de Cerrato el día 10 de abril del 2019. Digo que las campanas fueron “escuchadas”, no sólo oídas. Porque ciertamente, el pueblo ha puesto atención a esta muerte de la conocida entre nosotros y su familia por Conce.
Eliecer, su sobrina tan querida y celebrada en nuestra villa cerrateña cuando nos acompaña en fiestas, nos lo dijo: Conce ha muerto.
Y las campanas interiores de cada reinosero rebobinaron recuerdos. Ella nació  en Reinoso el 8 de diciembre de 1930. Tenía, por tanto, 89 años. Era hija de Fortunato. Su “tía” que también hizo de madre se llamaba Lucía. Y sus hermanos eran Agapito, Fructuoso (Fortu) y también Víctor, el único que aún vive en la misma ciudad donde ella murió. Sus cuñadas eran Valentina y Teresa. La ya nombrada Eliecer, más Noemí su hermana y su prima Neus son las sobrinas con quienes ella jugaba. 
Conce se fue. Pero no murieron sus abras, ni su espíritu siempre alerta a los acontecimientos, ni su mente lúcida, ni sus anhelos de cultura, ni sus lecturas religiosas y científicas. Quienes la conocimos la recordamos como Presidenta de las Hijas de María, como organizadora de acontecimientos populares, como cantora de las misas en latín junto a Rosarito y Ade. Era una mujer “resuelta”, dicho sea en términos reinoseros. Y lo probó cuando preparó las fiestas del cantemisa de su hermano salesiano, Fortu. Cuando también hizo lo mismo en otro cantemisa de un paisano del pueblo. Leía, recitaba y ensayaba poesías en el mes de mayo, informaba sobre las noticias imperantes en la época, era primera en la escuela, culta y sobre todo voluntaria.
Efectivamente, cuando se fue a Vigo en el 1966, se hizo voluntaria de la CRUZ ROJA. Allí, al mismo tiempo que se dio a los demás, aprendió ciertos conocimientos sobre salud e higiene. Años más tarde, en el 1972, ejercía como auxiliar de clínica en el Hospital Xeral de Vigo hasta su jubilación.
Conce se fue. En Vigo vivió junto a sus hermanos y “tía” durante muchos años, pero a Reinoso volvía en los días de la fiesta y a ver a su primo Jesús (“El Chato”)  a quien le resucitaba la casa, dejándola ordenada y limpia, como siempre fue su vida.
Aquí seguimos, Conce. Esperamos que te sigas acordando de nosotros como Reinoso, tu pueblo,  te recuerda a ti.

Con afecto,

Martín Rodríguez Rojo

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