viernes, 15 de noviembre de 2024

Carta presentación de la Exposición de Cuadros de Guadalupe Merino, autor: Martín Rodríguez

 VEINTICINCO CUADROS COMO VEINTICINCO SOLES.

Se encuentran, relucientes, en la sala de exposiciones del Ferrocarril de Venta de Baños. Junto a otra sala que contiene libros para que la gente lea y se llama biblioteca. Son originales de la pintora Guadalupe Merino Río. Zamorana ella. Cargada de esencias gallegas y residente en Venta de Baños. Además de pintora, entiende de cocina y prepara diariamente miles de comidas para repartir entre quienes las necesitan. Miembro de la Cruz Roja. Confeccionadora de alegrías para la España Vaciada, enlatadas en forma de programas que instruyen, divierten, forman y educan a quienes eligen participar en estas actividades pensadas para adultos, jóvenes y niños, cuando a estos últimos se encuentran en los pequeños pueblos de Castilla.  Brillan sus ojos cuando habla. Cascabelean sus palabras cuando se dirige a cualquiera, dispuesto a escuchar; enciende el ánimo cuando se trata de pensar en el futuro y sueña con el pincel, con la plumilla, con el pastel o con el grafito, con el carboncillo o con la barra compuesta. 


¿Pruebas de lo dicho? Acudid a la sala de exposiciones arriba citada. Os encontraréis con 25 cuadros que no sólo traducen el sentimiento de la autora cuando se encara con una flor, con un sombrero, con un desnudo o con la cara de un perro asomado a la ventana; sino que también producen emociones cuando el pincel de Guadalupe hace cantar a una orquídea, a unos submarinistas inmersos en las aguas frías de la mar o cuando hace hablar a una escritora, o cuando te trasmite el ensueño de un beso, la profundidad de una pareja bajo el paraguas, el pie de un peregrino camino de Santiago, el encendido color de unas violetas. Vedla reflexionar con la perspectiva del huevo, la flor de Pascua, con el cántaro y la calabaza. Cuando lleguéis al cuadro titulado “África, Maternidad”, sentaos. Son dos leones cuya fiereza se amansa al socaire del temple de la autora que sabe atemperar el furor de la leonina mirada al arropar a su hijuelo leoncito junto a su vientre todo suavidad y ternura.  Proseguid vuestra visita hasta que vuestros ojos contemplen el resto de cuadros que llegan a 25. No os olvidéis del de la “sombrerería”. Arrancad uno cualquiera de los allí pintados, os los colocáis en la cabeza y al llegar a la puerta de salida descubríos, girando el rostro hacia el fondo del coche de un tren de madera donde está colgada la exposición que acabáis de contemplar. 















Estoy seguro que no pronunciaréis la palabra “¡adiós!”, sino que os saldrá un “hasta luego”.  Necesitaréis volver para observar la sutileza de los colores, el detalle del rasgo en el objeto dibujado, la delicadeza que causa el conjunto de la obra. 

Terminaréis diciendo: “Adelante, Guadalupe, esperamos tu próxima sonrisa grabada en trazos de pictórica belleza”.


Martín Rodríguez Rojo.

Reinoso de Cerrato. Palencia.



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