Resumen de las Fiestas de Reinoso de Cerrato 2024, autor: Martín Rodríguez.

LA FIESTA CURA.

Avanza la fiesta en Reinoso de Cerrato. Virgen de la Asunción, que no Santa Lucía. Verano, que no invierno. Y llegan las carretas cargadas de uva, con vino tinto en su interior. Es la sangre bullanguera que recorre los cuerpos de los hijos del pueblo. Vienen de lejos: de Madrid, del País Vasco, de Londres, de Barcelona, del Venta de Baños cercano, de la vecina Palencia, de la no lejana Zamora, y del amado Aragón.

Reinoseros cantando durante el vino español
 la Canción de Reinoso

Es el último día de la función. En el programa se hablaba, para la tarde del día 17 de agosto, de juegos de mesa, hinchables para los niños, de concurso de tortillas, de lanzamiento de titos de aceituna, de disco móvil Hulk, de entrega de premios. Quiero fijarme sólo en un fragmento cortado con el cuchillo de la alegría. Estamos en la plaza de las escuelas. Mentalismo. La actriz se llama Sonia. Y aparecen los milagros: se han repartido las cartas entre cuatro personas y la maga acierta cuales son. Salta la admiración y la expectación. Se enfrentan dos personas mirándose cara a cara. La maga toca en la nariz a una de ellas y quien siente el latido de la emoción y la sensación del suave raspado es la otra compañera por quien no ha posado mano alguna y ha mantenido los ojos cerrados durante la mágica operación. Siguen los milagros. La mente no descansa. El público se rinde. Es ella quien manda, hágase su voluntad.

Antes o después de la magia. Es lo mismo. ¿Qué más da? Toma el micro la Sra. alcaldesa y habla. Palabras de agradecimiento. A las peñas y a los asistentes que han sido muchos. A los niños y a sus padres. A los visitantes sempiternos de la “Playa” y a las asociaciones. Promesas de que al próximo año todo será mejorado, porque la experiencia enseña. Los asistentes sonríen, aplauden la actuación abierta, desinteresada, comprensiva, inteligente y original de la actual corporación y confían en aquellos a quienes en su día acertaron en elegir. La intervención de la autoridad local finalizó señalando la clausura de las fiestas, aún a sabiendas de que durante el domingo se prolongarán los actos.

Ahora tiene la palabra Isabel. Lee la loa que trae escrita acerca de la Asociación de las AMAS DE CASA. Una asociación que hizo mucho, que se movió y que deja su herencia económica repartida entre el propio Ayuntamiento, la Asociación AMIGOS DE REINOSO, la Iglesia del pueblo que tiene las campanas rotas y la Asociación contra el cáncer. Le llegó a la asociación la hora de la despedida, porque a Reinoso, como a muchos pueblos del Cerrato, se le acaban las pilas de la ancianidad. Fueron muchas las amas de casa. Son muy pocas ahora. Hay que cerrar por dignidad. Y así lo afirmó Isabel Montoya, no sin antes agradecer su labor, a quien Tere respondió exaltando el reconocimiento del pueblo.

Homenaje a la Asoc. Cultural de  Amas de Casa el Carmen

Entran los voluntarios, siempre abundantes, siempre alerta, siempre a punto, en la escuela que fue sede de sabiduría. Se sacan las mesas y las sillas. Toman posesión de la plaza. Sobre ellas se depositarán las tortillas premiadas y no premiadas. Abunda la diversidad de colorido. El sabio sentido del gusto del gentío sabe distinguir. Y se saborean, se acompañan con alguna bebida, proporcionada en lo que fue bar que nunca debería de haber muerto.

En un ancho vaso, las verdes aceitunas. Uno la mastica y se queda con el tito. Hay que lanzarlo a cuantos más metros mejor. ¿Superar a la marca nacional de los 25 metros y pico? A por ella. Uno y otro. Otro y uno. Se produce un acercamiento a la marca. El resto no alcanzado se guarda para otro año. Pero, ¿quién puede privar de la satisfacción de haber competido?

Suena la música. Es la hora de recoger los premios de las jornadas, repletas de juegos autóctonos o no autóctonos. La rana, los petacos, los bolos, las carreras, los relevos, los sacos, los pucheros derrotados al son de un palo manejado, a ojos cerrados, por la tierna mano de un infante. Algunos premios ya se habían otorgado, faltaban otros. Es el momento. Botellas de vino, sartas de chorizo, y otras sorpresas embauladas en su respectivo estuche. Es lo de menos, su valor. Lo que importa es la ilusión de la recogida, del estallido del nombre proclamado a cielo abierto, retumbando en el recuerdo de las eras que fueron suelo de trilla, ahora expectantes del jolgorio.

Unos se van a cenar. Otros permanecen en la pista. A las 24 horas en punto, nueva cita. Se trata de la esperada y tradicional chocolatada. Vasos por aquí, bizcochos por allá. Uno a uno fue pasando disciplinadamente por el despacho del caliente chocolate marrón. La música no para. Y el baile de verdad, el del último día de la función, despliega sus movimientos y gesticulaciones. La fiesta cura. Se va notando. Las enfermedades merman, los dolores se alejan, el gozo de la amistad aumenta. La angustia cesa. Los malos recuerdos de la vida desgastada por los años se ahuyentan. Las rencillas se olvidan. Y se junta Juan con Pedro, Andrés con Ambrosia. Pepito con Menganito. Todos juntos. En corro familiar, primero. En corro universal y diversificado en su origen, después. Españoles y extranjeros. Jóvenes y mayores. Los blancos y los negros. Los de aquí y los de allí. Los indígenas y los visitantes de afuera. Los del casco cerrateño y los de la Playa que ya son como de los nuestros. Los que frecuentan las calles y los que se quedan en su casa. Hoy es un día especial. Prevalece la unidad sin distinciones. Es fiesta. La fiesta que cura diferencias.

Suena la campana que acerca a las tres de la madrugada del 18, domingo, a las luces multicolores de la jornada ya pasada del sábado 17. Mañana será otro día. Otro día totalmente distinto, porque será teñido por la fiesta que termina, pero que seguirá haciendo maravillas en la memoria de quienes la han vivido.

MRR.

Reinoso de Cerrato, 18-8-24