sábado, 12 de marzo de 2022

Representación teatral (El Libro del Buen Amor).

 

El LIBRO DEl BUEN AMOR EN VALLADOLID.

 

El día 4 de marzo del presente año se puso en escena en el teatro Cervantes de Valladolid una obra que hace ocho siglos escribió un arcipreste más amante de la buena vida que de los retiros espirituales. Se trata del conocido en la literatura castellana como Arcipreste de Hita.
Tal vez si en dicha obra literaria no hubiera trabajado como artista una paisana nuestra, reinosera de adopción, estas letras no hubieran llegado al blog donde las estás leyendo, apreciado lector del Blog de la Asociación Amigos de Reinoso (AAR).
















Pero allí estuvo Merche Muñoz, aquella niña que cual otra Concha Velasco dijo a sus padres que quería ser artista. Y ya lo es. Por su empeño y valentía. Por su decisión y por su trabajo que en este caso no ha debido de ser pequeño. Lo afirmo rotundamente porque aprender un papel en verso y en castellano antiguo no es moco de pavo. Merche lo consiguió. Nos hizo disfrutar de una velada sabrosa, irónica, desenfadada y de una moral no por todos aplaudida.

 Y ahí está precisamente el valor de este teatro, perteneciente al Mester de Clerecía, escrito por un cura de un pueblo de Hita, provincia de Guadalajara, en el 1330 ó/y en 1343. Corría el siglo XIV. Ya se habían pasado los fervores místicos y religiosos de los siglos centrales de la Edad Media. Era hora de levantar la cabeza y aclamar la llegada de la Baja Edad Media, prometedora de la modernidad y del siglo XV donde la mentalidad se iba despejando, liberándose de los estrechos canales monacales y eclesiásticos donde al cuerpo se le castigaba y al placer se le fustigaba como enemigo de la santidad.

El Arcipreste levantó la voz, se rebeló contra tanto encasillamiento y escribió una obra considerada como una de las cumbres literarias de cualquier tiempo, no sólo de la Edad Media. En ella incluyó más de 1700 estrofas aglutinadas en torno a distintas aventuras amorosas que se ciñen a la ficticia autobiografía del autor. Llega la comparsa del Arcipreste procesionando a una estatua de la Virgen, que será testigo obligado de escenas poco apropiadas a su virgíneo paladar. Las juglaresas y juglares se despeinan en alabanzas a los placeres del buen amor tan necesarios para las artes de la seducción. Se escenifica la juventud un tanto alocada del Arcipreste enamorado de cristianas, moras y judías.   Se repasan los consejos de Don Amor y de Doña Venus, los amores de Don Melón y Doña Endrina, la astucia de Trotaconventos y se termina con el combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma hasta despedir a la romería celebrando la madura plenitud de la monja Doña Garoza, que exhibe sus blancas piernas a las voluptuosas caricias de cualquier mancebo.  

El significado de la obra es patente y contundente. Se acabaron los sermones de la buena muerte, los encarcelamientos de la libertad, e incluso la compra de la salvación de las almas a cambio de una buena paga por el enterramiento de un conde, duque o señor a los pies del altar mayor de alguna catedral o monasterio. Viene galopante otra época, la modernidad que comienza con la primera globalización al descubrir en el 1492 un nuevo mundo, al contar con la primera gramática castellana escrita por D. Antonio de Nebrija y al expulsar definitivamente de nuestros lares al moro habitante en la península durante ocho siglos consecutivos y último residente del Reino de Granada. Otros aires, otros tiempos, otra época. Es el sujeto individual que se afanará por decir quién es sin esconderse en el colectivo anónimo y protector. Es el resurgir del arte clásico de los paganos grecorromanos que rendirán culto al cuerpo sin avergonzarse de mostrar sus carnes a la intemperie. El Arcipreste se adelanta desvergonzadamente y se gana ser el vanguardista anunciante y predecesor de una época que poco tenía que ver con el cántico de maitines y el rezo de completas a la caída de la tarde.

En esta obra de tan profundo, literario y sociológico significado exhibió sus artes dramáticas Merche, la hija de Mauri y de Merche, amigos de Reinoso, residentes en él durante muchos veranos. Una petición te hacemos, Merche hija, cuando representes otro teatro, avísanos. Allí estaremos. Mientras lo preparas, recibe nuestra cordial y sincera enhorabuena. Lo hiciste muy bien.

 

 Martín Rodríguez Rojo.



Reinoseros que acudieron a ver la obra teatral












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