jueves, 20 de mayo de 2021

Fiesta de San Isidro Labrador en Reinoso de Cto. 2021

Hola amigos: Nuestro reinosero Martín, nos envía el resumen del día de la fiesta de S. Isidro Labrador, que a causa de la pandemia como el otro año quedó muy reducido de feligreses.
Esperemos que el próximo año podamos celebrarlo como es de costumbre.
Un saludo.

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FIESTA DE SAN ISIDRO LABRADOR EN REINOSO.


El año 2021 ha sido un año especial. Silencio y recogimiento. Las casas han sido el refugio de algún que otro sollozo. Ha faltado la reunión, el bullicio, la conversación abierta y las aglomeraciones productoras de un sano vocerío que alegra a los oídos y saca a flote la angustia de un exceso de soledad.

San Isidro ha participado también de esta sequedad. Es verdad que el Cerrato y Reinoso dentro de él no son un modelo de extroversión. Pero, ni tanto ni tan calvo. Los reinoseros también necesitamos divertirnos. Pidamos cuentas a la pandemia y digamos a San Isidro que basta con dos años. En el tercero deben obrar las vacunas y abrirse la veda.




A pesar de todo, no faltó la misa que este año se retrasó, intencionalmente, un par de horas. A las 13 en punto el cura estaba saludando a los feligreses desde el altar mayor de la Parroquia. El Patrono de los labradores atrajo la presencia de la máxima autoridad municipal. No falló la procesión que inició la liturgia del día. Y si la era de siempre tenía mucha yerba que nos impidió colocar allí la peana del santo, otra era cercana prestó su mejor césped para que se pudiera leer una poesía entregada por el sacerdote a uno de los asistentes. El ¡Viva San Isidro! tampoco se olvidó y sonó en el campo como un grito de esperanza, de entusiasmo reprimido y de anhelos de buena cosecha.



Volvimos a la iglesia. Misa semi-cantada. A la salida, el corrillo de costumbre a la vera de la entrada. El presidente de la Cámara Agraria estaba deseoso de invitar a un vino a todos los presentes, pero la pandemia le retenía a dar el paso. Una mirada, una sonrisa maliciosa, un guiño cómplice con quienes estaban deseando que algo distinguiera al 15 de mayo de un día cualquiera fue suficiente para enfilar las escaleras en busca del bar La Playa. Fue otra procesión más informal, más dicharachera hasta llegar al hostal. Nos refugiamos en el salón abierto desde donde las sillas y las mesas escuchaban el susurro del Pisuerga tapado por el ramaje de los árboles, ya cubiertos de exuberante frondosidad. Mayo se sitúa en plena primavera. Alguien del bar sacó el jamón, las croquetas, el vino o la cerveza. La conversación enganchó veloz. La presencia del cura seguía sacralizando la reunión. Se necesitaba este momento. Porque pudo fallar la fiesta con danza y música. Pudo fallar el baile. Pudieron fallar los cohetes. Pero no falló lo esencial, lo básico, lo que nunca debería fallar: el toque de la amistad.


MRR.


Reinoso de Cerrato, 20 – 5 – 21.


                                                                   autor de las fotografías,: Pedro Amor
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