RICARDO DIEZ HOCHLEITNER.
Son muchos los elogios que sobre Ricardo se han dicho. Han hablado sus amigos del Ministerio de Educación, sus colegas de distintos Colegios de donde él era miembro numerario. Muchos los agradecimientos llegados desde los Foros Internacionales (ONU, UNESCO) donde él ha estado presente, preocupándose siempre por el bien de España, su patria a la que tanto amaba.
Por eso no quiero yo ahora volver a repetir esos elogios que aplaudo por merecidos.
Más bien deseo resaltar otros méritos más domésticos, más populares, más cercanos al mundo rural de donde procedía su padre Félix, nacido en Villaviudas de Cerrato, provincia de Palencia.
Ricardo nació en Bilbao, pero también estuvo muy unido al Cerrato palentino, concretamente al citado pueblo y a su vecino Reinoso en cuyo monte compró una casa donde descansaba los veranos y los pocos fines de semana que sus muchísimas ocupaciones le dejaban libres.
Ricardo fue subsecretario del Ministerio de Educación en tiempos del ministro Villar Palasí, pero también fue vecino de Reinoso cuando ocupaba la casa del monte, denominada “Montepaz”.
Ricardo coordinó el Libro Blanco de la Educación, precursor de la Ley General de Educación; pero también se le vio subir dando pedales en una motocicleta la cuesta de Reinoso cuando volvía de Palencia de ver a su tío José.
Ricardo era doctor en Química; pero también fue un promotor de la enseñanza profesional, por entender que de estos conocimientos tendría que echar mano la juventud de los pueblos para su promoción humana.
Ricardo fue un planificador de la educación colombiana, pero también es hijo adoptivo de Villaviudas donde tiene una calle dedicada.
Ricardo pronunció muchos discursos y conferencias en todos los continentes, pero también fue pregonero de las fiestas del Cristo de Villaviudas.
Por eso, a Ricardo los que nacimos en estos terruños palentinos le queremos recordar como a uno de los nuestros. Su internacionalismo y cosmopolitismo no le separan del sabor popular de los valles y cárcavas del Cerrato.
Más aún, queremos concluir que de estos peñascos recogió la energía para llegar a tanta fama, a tantos méritos como sus obras y su entrega a un gigantesco trabajo le han proporcionado.
El próximo abril de 2021 contemplará el primer aniversario de su muerte. Estamos orgullosos de su vida. Los pueblos de la provincia de Palencia, los del Cerrato en concreto, los dos pueblos ya citados con nombre y apellidos se sienten responsables, en la proporción correspondiente, de haber contribuido a la grandeza de la personalidad más internacional de España a lo largo del siglo XX.
Con su familia entera, conocida por estos lares, y sobre todo con su esposa Ascensión, motor de las ilusiones de su marido, nos alegramos de haber dado a luz al Ricardo familiar, enamorado de la ruralidad y de los enfoques ecológicos, impulsor de la escuela rural, amante de los amaneceres, conocedor de nuestros pueblos, defensor del campo palentino, sencillo en sus costumbres y encajado en la vida de pueblo, familiar, de tiro corto y cercano en las conversaciones.
Su alma tuvo raíces castellanas y su nobleza de vida se asentaba en los pilares de la modestia campesina, de la afabilidad, de la amistad sincera. En definitiva, un cerrateño de pro, un hijo nuestro. Gracias, Ricardo.
Martín Rodríguez Rojo
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