8. MODELO EDUCATIVO DE DELIBES EN LAS RATAS.
Quiero terminar esta serie de artículos, escritos pensando en los miembros
de la AAR como ya he dicho en otra
ocasión, hablando de nuestro gran escritor vallisoletano Miguel Delibes. Fue
éste uno de los mejores novelistas de la literatura española y sus escritos
dedicaron muchas letras al estudio del mundo rural,
concretamente al de las gentes del campo castellano. He aquí la razón de por qué me quiero fijar en uno de sus mejores
libros: LAS RATAS, donde D. Miguel retrata al protagonista Nini, un niño de 11
años, a través de cuya figura describe el drama de una Castilla rural que se
hunde en una miseria de tal calibre que obliga a muchos de los habitantes del
pueblo donde ubica la novela a alimentare de las ratas que el Ratero y su hijo
Nini cazaban. ¿Qué piensa Delibes del mundo rural castellano? Voy a intentar
responder, analizando el modelo educativo que se intuye en la novela citada.
Como bien afirman los pedagogos, un modelo educativo consta de objetivos,
contenidos, metodología, recursos didácticos, duración temporal o
temporalización y evaluación.
Veamos cómo se dibujan estos elementos en el transcurso de “Las Ratas”.
Ojalá al finalizar la lectura de la somera descripción de este modelo, hayamos
aprendido algo más sobre cómo es la educación rural, según Delibes en este
libro.
OBJETIVOS.
EL Nini, a quien sus convecinos llamaban el bergante o pícaro, se propone
como finalidad de su existencia vivir en
el pueblo, no separarse de él, estar entre sus árboles, sus pinos, sus
pájaros y sus vientos. Pero no permanecer en él de cualquier manera; sino
aprendiendo día a día, conociendo las
riquezas de la vida cotidiana,
saboreando las enseñanzas de sus abuelos, de sus mayores, de la fuerza de las
tormentas, de la sabiduría de sus refranes, de sus máximas y sentencias. Analizar la realidad, los objetos y las
costumbres de sus paisanos, para desde lo cercano elevarse a lo lejano, poco a
poco, pausadamente al estilo de como crece la yerba, de cómo cantan las
urracas. Conocer, analizar, vivir. Un
gran objetivo general descompuesto en otros tres más específicos. Pero añade
otro objetivo general al primero: quiere conocer su entorno para mejorarlo,
para transformarlo. Por eso ayuda a quien se lo pide, informa sobre el clima,
acompaña a los mayores, promete a Sime decir una jaculatoria después de muerta,
pidiendo que Dios le perdone los pecados empezando por la cabeza, responde a
las consultas que la gente le hace. Sin darse importancia, con la ingenuidad de
un niño, con la sabiduría infusa que sus convecinos le atribuyen. Es como Dios,
como el Niño Jesús sentado entre los doctores. Lo ha dicho el Nini,
repiten. He ahí lo dos grandes objetivos
que Nini, el protagonista de Las Ratas, se propone respecto a su pueblo.
CONTENIDOS.
¿Serán acaso aquellos que la escuela proporciona? El Nini, preguntado por
Doña Resu, beata donde las haya, sobre por qué no va a la escuela para
aprender, responde pletórico de serenidad si es en la escuela donde verdaderamente
se aprende. Porque en efecto el Nini no considera verdaderos contenidos ni
valores saber qué cosa sea longanimidad, ni tener un auto como el de Don Antero, ni ser ingeniero como Don
Domingo, el extremeño, ni ser un señor. Por el contrario, él no se siente un
caminante solitario por el pueblo, porque le acompaña la perra a la que siempre
lleva al lado. A él sí que le gustaría saber plantar pinos mejor que Guadalupe,
el capataz de los extremeños que vienen a cosechar en verano. Ya sabe cuántos
dedos tiene el águila real y dónde anida el cernícalo lagartijero. Sabe
barruntar la lluvia, sabe predecir la tormenta y poner a recado las mieses,
sabe cómo defenderse de los topos para que no minen el huerto impidiendo medrar
a las acelgas y a las patatas de Pruden. Sabe avisar al Rabino Grande, un
pastor del pueblo, para que alejara a las ovejas de comer centellas, pues la
oveja que come centellas cría galápago en el hígado y se inutiliza. Éstos eran
los contenidos de las Ciencias Naturales, que interesaban al Nini y además no
los aprendía para quedarse, egoístamente, con ellos en su interior; sino que
los aprendía para usarlos en beneficio de sus paisanos del pueblo.
El vocabulario de Nini manejaba con soltura palabras como cárcava (hoya o
zanja grande), alebrar (echarse en el suelo pegándose junto él), laja (cuerda
con que se llevan los perros en la cacería), guedejas (cabellera larga), tasajo
(pedazo de carne seco o acecinado), frangollo (granos fragmentados de cereales
y legumbres), cascabillos (ciruelas chicas y redondas), pajonal (terreno
cubierto de pajón) y otras muchas más que apenas habitan en el contenido
lingüístico de una escuela oficial de cualquier ciudad de España. Tal era la
gramática que el Nini entresacaba de su observación y de su escucha a los habitantes
de aquel pueblo imaginado por Delibes.
METODOLOGÍA.
Efectivamente,
era la observación y el saber escuchar con paciencia campesina el método que el
Nini utilizaba para aumentar sus conocimientos. Era la Didáctica de la
inserción en el medio. El Nini aprendía en contacto con los objetos y con las
personas, no con métodos representativos e indirectos. Sabía ir al grano, a la
substancia de los acontecimientos, al aprender haciendo o “laerning by doing”
que dirán los mejores didactas de la Escuela Nueva o de la Pedagogía Activa de
principios del siglo XX. El Nini maduraba como persona y desarrollaba su
inteligencia apoderándose de la ciencia no como un instrumento de progreso individual
y puramente económico, sino como una estrategia de aprendizaje para la
transformación o mejora de la situación de pobreza en la que se encontraba su
territorio. Comprendía para cambiar a la sociedad, transformándose a sí mismo.
Por eso fue capaz de pronunciar al final de la pelea de su padre, el Ratero,
con el forastero que cazaba las ratas por el lujoso afán de divertirse y a
quien mató rabiosamente como resultado de la lucha cuerpo a cuerpo, fue capaz
digo de pronunciar pocas, pero sabias palabras contra la violencia: “no lo
entenderán”. Quién, preguntó el Ratero. “Ellos”, murmuró el niño.
RECURSOS.
Como todo
modelo pedagógico-educativo, el pintado por Delibes en LAS RATAS cuenta con
unos recursos didácticos donde apoyarse para conseguir los objetivos previstos,
para entender los contenidos y para facilitar la metodología correspondiente.
Aquí, el gran recurso propuesto y utilizado por Nini se llama naturaleza. Una naturaleza que se explaya en
montes, agua, granizo, rio, valles, pájaros, carro, burro, era, rastrojo,
paramera, cerros, ratas, cangrejos y culebras, tormenta y relámpagos y también
la perrita Fa y su hijo Loy junto a cualquier espacio vacío que haga de bar o
de solana donde los viejos se puedan sentar para pasar la jarra o para darle a la lengua y comentar
cualquier novedad que por pequeña que sea
siempre será un hallazgo sorprendente.
De esta
multiforme naturaleza, el Nini obtendrá ayuda para formar su personalidad rural
con el silencio sosegado de una noche endulzada por la luna dorada o también el
furor necesario para encararse a la pobreza y no desfallecer en la penumbra,
apoyándose en el incendio que los rayos de una tormenta producen, abrasando a
las mieses, o el en viento huracanado con el que se alebran las espigas que
nutren el mar de una inmensa planicie llana y reseca.
TEMPORALIZACIÓN.
El periodo de
tiempo donde se desarrolla este tipo de educación naturalista abarca toda la
vida, desde la cuna a la tumba. Nada de
dividir el tiempo educativo en etapas, en niveles, en cursos y en semestres. La
educación no tiene límites ni se la puede encerrar en cajones. Nini no ha ido a
una escuela fraccionada y separada de la vida. Nini se ha educado entre
sudores, en el teatro de la vida que ofrece verdades humanas y escenas tanto
heroicas como horripilantes. Los valores de la paciencia, de la sumisión al
destino, de la astucia para defenderse de los contratiempos, de la lucha callada contra la sordidez que le
rodea, son valores conquistados por la dulzura infantil, por el candor contra
la avaricia, por la modestia contra la vanidad, en una palabra, por el bien
contra el mal. En medio de estos valores
se levanta la figura tenue y fina del niño Nini, cual símbolo del futuro
castellano que un día hará presente la esperanza remansada en el trillo y en la
vendimia de sus majuelos. Será el día
del triunfo de la educación permanente encajada en las páginas de LAS RATAS. La
victoria de la educación ciudadana, la gran y olvidada asignatura necesaria
para la emancipación liberadora de todos los Cerratos que se precien.
EVALUACIÓN.
El último
elemento del modelo educativo que estoy describiendo como presente en los
renglones del profesor vallisoletano se llama evaluación. ¿Cómo valoramos si su
puesta en práctica ha sido positiva o negativa? Habrá que echar mano de la
evaluación criterial, aquella que se ajusta a criterios determinados para
juzgar la bondad o maldad de lo evaluable.
Desde la ética natural de Nini no hay otro criterio distinto al que
podríamos llamar criterio de transformación. ¿Ha servido la conducta de Nini,
fruto de su educación, para cambiar a su pueblo, a su zona, a su territorio?
¿Servirá para cambiar a la vieja Castilla? No lo sabemos, porque Nini ha
muerto. Su vida terminó en la última letra del último renglón escrito por su
autor que fue quien la parió, quien le dio la vida.
Más, ¡ojo! Aún
hay esperanza. Aún puede ser válido ese criterio apuntado conforme al cual
podremos valorar al modelo educativo descubierto en LAS RATAS. Es posible que
Nini haya encontrado nueva vida en la persona del lector, de los lectores que
han concedido el premio de la crítica al libro de Delibes. Siendo así, si esos
lectores aplican el método
pedagógico de Nini y adquieren éxito, podremos decir que el modelo educativo
implícito en la novela tiene validez, es positivo, produce frutos. Y ya se
sabe, por los frutos se conoce al árbol. Tienes la palabra tú, querido miembro de la AAR, sin duda real o posible lector
de LAS RATAS. Si aplicando el método Nini, logras transformar al Cerrato,
consideraremos bueno al modelo educativo de Delibes, implícito en su excelente
libro titulado “LAS RATAS”.
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