El corazón del medio rural
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Numerosos pueblos mantienen los teleclubes para las
reuniones vecinales
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La Diputación ha concedido 231 ayudas los tres últimos
años para mejorar 125 centros por valor de 333.000 euros
Son las 13:00 horas de un domingo. Tocan las campanas para la misa.
A la puerta de la majestuosa iglesia de una de las localidades de Palencia se
congregan los vecinos del pueblo, se saludan y entran al templo. A la salida ya
se encontrarán de nuevo para tomar el vermut, y si no, ya quedarán más tarde, a
la hora del café, para jugar la partida en el teleclub del pueblo.
En muchas poblaciones, de no ser por la misa, las posibilidades de que los
vecinos se encuentren por las calles serían mínimas, sobre todo en el invierno,
pero si funciona un teleclub, las oportunidades de verse podrían aumentar,
convirtiendo este lugar, el teleclub o centro sociocultural –como ahora se
llaman en algunos pueblos–, como el punto de encuentro vecinal.
Hace años, en prácticamente todos los rincones del territorio palentino
existía un bar o un telelclub. Ahora ya no abundan tanto, o se han reconvertido
en otros espacios, pero eso no quiere decir que no sean necesarios para
fomentar el dinamismo de los pueblos y de sus habitantes –en 168 municipios
palentinos hay menos de 1.000 habitantes y de estos, 155 tienen menos de 500
habitantes–. «Queremos fomentar estos espacios y ayudar a su conservación en el
medio rural, por lo que ponemos en marcha esta línea de ayudas», anunció en
2012 el presidente de la Diputación, José María Hernández, en la presentación
de la novedosa línea de ayudas a ayuntamientos para la realización de obras y
equipamientos en centros socioculturales municipales y de personas mayores de la
provincia.
Antiguas
escuelas
En la mayoría de los pueblos, los teleclubes, ubicados en las antiguas
escuelas, se han reconvertido en centro sociocultural municipal, de mayores,
sociales, casa de cultura o edificio de usos múltiples, pero a nadie le extraña
la palabra teleclub (según el diccionario, lugar de reunión para ver programas
de televisión), porque será una de las pocas que, aunque su uso haya
prácticamente desaparecido, sigue guardando la misma esencia que cuando nació
allá por los años sesenta del pasado siglo, cuando empezaron a llegar las
primeras televisiones al medio rural.
En municipios como Guaza de Campos, Villanueva del Rebollar, San Román de
la Cuba, Castromocho, Villameriel, Celadilla del Río, Micieces de Ojeda, La Vid
de Ojeda, Alba de Cerrato, Santa Olaja de la Vega, San Mamés de Campos, Acera
de la Vega, Castrillo de Onielo, Hornillos de Cerrato, Tabanera de Cerrato,
Cobos de Cerrato, Villacidaler o Meneses de Campos, sí existe un teleclub
propiamente dicho; en otros pueblos, son espacios reconvertidos en puntos de
encuentro.
Los
teleclubes suelen ser propiedad de los ayuntamientos, pero los gestionan los
vecinos
Aquellos espacios que en los años sesenta eran el lugar de encuentro –se
veían películas como Bonanza en una de las pocas televisiones que había;
aquellos lugares que en muchos puntos de la provincia fueron promovidos por los
párrocos y que sirvieron durante años más como lugar de acogimiento de aquellos
jóvenes y niños que por su edad no podían entrar en los bailes, sociedades,
casinos o círculos sociales que antes existían, o el lugar donde ver las
corridas de toros a las seis de la tarde, siguen siendo hoy en día un centro de
reunión y encuentro para los vecinos del pueblo, a la salida de misa, en las
fiestas, a la hora de la partida y durante los fines de semana, el lugar donde
los jóvenes pueden reunirse. Allí entran ahora todas las generaciones.
Único lugar
de reunión
«Si cierra y desaparece el teleclub, podría decir que el pueblo desaparecía
un poco. No es que sea uno de los lugares principales de reunión, es que es el
único que tenemos», comenta el alcalde de Guaza de Campos, Luis Fernando Cano. Palabras que comparte el
de Reinoso de Cerrato, Francisco Calleja, quien no duda en señalar que «tener
el teleclub abierto da vida al pueblo, que aunque suponga un gasto para el
ayuntamiento, debemos apostar siempre por su apertura y mantenimiento porque si
cerramos el telelclub, el pueblo perdería mucho».
Durante años, fueron los propios vecinos, con ayuda de los ayuntamientos,
los que levantaron y mantenían estos espacios, pero hoy en día, hay que
adaptarse a los tiempos y buscar fórmulas para que no pierdan esa esencia.
Disponer de mesas, sillas y un televisor es casi fundamental para abrir un
lugar así y mantenerlo, pero ocurre que en muchos puntos, las instalaciones
están caducas y reclaman a gritos un cambio urgente o necesitan modernizarse
para adaptarse a las nuevas tecnologías. La Diputación de Palencia, siendo
consciente de estas necesidades y conocedora de la importante labor que ejercen
estos espacios en la provincia para sus habitantes, puso en marcha en 2012 una
línea de ayudas para financiar actuaciones encaminadas a la instalación de
equipamientos o para ejecutar obras de mejora.
En total, se han aprobado 231 ayudas en 125 localidades, por un importe de
más de 333.000 euros, a los que hay que sumar los 145.000 euros destinados este
año 2015. La resolución de las ayudas se realizará en breve.
Entre las principales actuaciones, tanto de obras como de equipamiento,
destacan la renovación de las carpinterías, el arreglo del tejado, la
sustitución de ventanas, la instalación de sistemas de calefacción y la
adquisición de mobiliario –mesas de juego, armarios y televisiones–. La
institución provincial ha apoyado siempre con cargo a otras ayudas a los
ayuntamientos que así lo han solicitado para mejoras en los teleclubs de sus
zonas.
¿Cómo se gestiona el teleclub? Los que todavía existen en la provincia son
en su mayoría propiedad de los ayuntamientos, que ceden su gestión a los propios
vecinos, quienes se organizan de muchas maneras para mantenerlos abiertos. Los
vecinos lo explotan y el dinero recaudado revierte en el propio teleclub, como
en Guaza de Campos; en otros lugares, la llave la tiene un vecino, que abre el
teleclub, y el que entra se sirve él mismo y paga su consumición dependiendo
del listado de precios que se cuelga en la pared –aquí los enfados con el
camarero no existen y las cuentas siempre suelen cuadrar–; y en otras
localidades, como en Tabanera de Cerrato, Castrillo de Onielo o Reinoso de Cerrato, se cede su gestión
a otros vecinos –en algunos casos extranjeros– quienes explotan a coste muy
bajo el teleclub, porque lo importante es que exista un espacio de encuentro.
Dispensario
de recetas
En Acera de la Vega, por ejemplo, la gestión es de la junta vecinal y tiene
encomenda la misma a una joven del pueblo, o en Castrillo de Onielo, donde
Isabel, una joven de 28 años que reside en Venta de Baños es la encargada del
telelclub. «Nunca antes me había puesto detrás de una barra, pero me tocó
aprender rápido. Ahora ya casi no hace falta preguntar a los clientes qué
quieren porque ya lo sé». Por el teleclub de Castrillo pasan una media de 20
personas al día: uno a tomar café o un refresco; otros, a echar la partida o a conectarse
a Internet, porque hay wifi, o... a por recetas. Y es que el teleclub se
convierte algunos días en el lugar de reparto de los medicamentos recetados por
la mañana por el médico y preparados por la farmacia de Cevico de la Torre.
Gastos
En Guaza de Campos, cada semana se encargan dos socios de la gestión.
«Además, hay un presidente que hace frente a los gastos de luz, agua y
consumiciones con lo que se recauda en la venta», apuntó el edil de Guaza, Luis
Fernando Cano. Otro pueblo con teleclub es Reinoso de Cerrato. Javi lleva tres meses
al frente del mismo. «El otro día solo tuve dos personas, pero hay que apostar
por mantener estos sitios abiertos», señala el joven. Dispone de tapetes con
cartas en la mesa, parchís –un grupo de mujeres va por las tardes a jugar–, un
proyector para ver los partidos de fútbol y unas banquetas nuevas que ha
comprado el Ayuntamiento. «Suele venir gente joven de Soto y Magaz, y como se
quedan en la barra, compramos estas banquetas para que estén más cómodos»,
señaló el alcalde, Francisco Calleja.
Precios bajos, un servicio eficiente –si se quiere tomar algo y no lo
tienen, al día siguiente allí está–, buena compañía, unas pastas con el café o
unas aceitunas o patatas con el refresco… Los teleclubes son así. Espacios de
encuentro y reunión en los pueblos; espacios necesarios para los vecinos,
lugares donde quedar a la salida de misa, echar una partida, recoger los
medicamentos o conectarse a wifi y ver un partido de fútbol en una pantalla
grande… Entrar a un teleclub es entrar al corazón del pueblo y por ello hay que
buscar los medios para que el latir del pueblo no se detenga nunca.
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