Nuestra reinosera Isabel de la Rosa viajó a La Habana (Cuba) dentro del programa de vacaciones Solidarias.
Es una suerte tener con nosotros personas con tanta carisma y solidaridad.
Enfermeras del mundo
Es una suerte tener con nosotros personas con tanta carisma y solidaridad.
Enfermeras del mundo
Isabel de la Rosa observa la preparación de una
vacuna, en La Habana. / El Norte
·
Isabel de la Rosa ha conocido cómo se ejerce su profesión en Cuba a través
del programa Vacaciones Solidarias
26 enero 2015
Es un camino que ha
unido enfermeros de España, América y África. El conocimiento de la realidad de
la profesión de enfermera en otros países y en otras circunstancias de trabajo
es lo que llevó a la fundación Fuden a poner en marcha el programa Vacaciones
Solidarias en 2005. En esta década han sido 53 las enfermeras de Castilla y
León que han viajado a otros países con esta iniciativa, 6 de ellas de
Palencia. Una es Isabel de la Rosa Urbaneja, titulada por la Escuela
Universitaria de Enfermería de Palencia en 2009, que ha pasado una temporada en
Cuba a través de Vacaciones Solidarias.
«Tienen una
buena formación, pero carecen de medios que aquí son básicos»
La experiencia no le ha podido resultar más enriquecedora, también porque
cumplió su deseo de participar en un voluntariado. A través del sindicato
Satse, se apuntó a este programa, para cuya participación tuvo que seguir un
curso de formación con otras enfermeras de España con las que compartiría
destino o al menos experiencias. Pero en lo que realmente Isabel de la Rosa se
formó durante el mes que permaneció en Cuba fue en el contacto con los
profesionales del hospital de La Habana en el que ejerció esas prácticas con
otros ocho enfermeros de distintos puntos de España. «Tienen una formación
excelente y unas ideas también muy buenas, muchas que les surgen de forma
obligada ante la escasez de medios que padecen», afirma. Y recuerda como
ejemplo que no disponen ni de guantes ni de esparadrapo o que otros materiales
que utilizan allí no son desechables, «algo que se supone tan básico pero que
allí no hay o no se contempla, porque incluso una citología la hacen sin
guantes», rememora.
«Repetiría
la experiencia sin dudarlo porque creces también como persona»
También quedó impactada del hacinamiento con el que viven en la mayoría de
los domicilios, a los que también se trasladaban para practicar algunas curas.
No obstante, insiste en la gran capacidad de respuesta que tienen allí los
profesionales de la enfermería para resolver el día a día con tal escasez de recursos.
«Si lo vieran, sentirían envidia de los medios que tenemos y de los productos
que utilizamos, pero realmente no podemos enseñarles mucho porque a la hora de
resolver un problema nos dan mil vueltas», afirma tajante esta enfermera
palentina de 25 años con distintas experiencias laborales en centros de la
capital palentina y en Carrión de los Condes.
La
palentina, a la derecha, con el equipo médico en la visita a una enferma en su
casa.
De hecho, uno de los objetivos del programa de Fundación para el Desarrollo
de la Enfermería (Fuden) es que los participantes comprueben cómo en otros
lugares del mundo sobreviven sin tanta tecnología. La aceptación del programa
por parte de los profesionales de la enfermería ha ido aumentando, también
porque se ha percibido como una forma de compatibilizar el objetivo del
proyecto con un turismo solidario y responsable gracias al que los
participantes intercambian conocimientos e ideas con trabajadores de otros
países.
Los beneficios del baile
«Repetiría la experiencia sin duda, es recomendable para cualquier
enfermero, porque creces como profesional y más como persona», dice sin obviar
que una parte del día lo dedicaban a hacer turismo por la isla. También
recuerda con agrado lo bien que se vive desconectada del teléfono móvil durante
un mes. «Se fomenta mucho el baile, por ejemplo en los autobuses siempre suena
una música pegadiza y parece que todo el mundo está contento», explica, a la
vez que recuerda cómo un programa de prevención cardiovascular en Cuba prioriza
la recomendación de bailar casi por encima de la de seguir una dieta baja en
sal. Son anécdotas que Isabel de la Rosa nunca olvidará de su estancia de 2014
en Cuba.
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