Justi.
Al
pronunciar tu nombre, Justi, y pronunciarlo en un lugar como éste, la Iglesia Parroquial
de Reinoso de Cerrato, fácilmente acuden
a la memoria nombres de otras personas,
amigas tuyas, conocidas de todos o de casi todos los aquí presentes.
2013
y aledaños han sido pródigos en proporcionar ausencias, como las de Angelita,
Petra, Agustina, y ahora, tú.
¡De
cuántos sollozos, ahogados en lágrimas, han sido testigos estos muros, estos
altares, estos corazones aquí hoy y ayer acurrucados a la lumbre de los
sentimientos, del agradecimiento, del reconocimiento de seres que nos han
precedido, que han hecho historia, que han construido pueblo y hogar, que han
marcado senderos a nuestras dudas, incertidumbres y angustias.
Pero
no nos hemos reunido para llorar, Justina. Más bien nos damos todos las manos
para celebrar este 9 de agosto de 2013 y para agradecerte haber sido como
fuiste, haberte encontrado a tiempo y haber sido testigos del triunfo de tus 90
años que cierran una obra completa y rica, llena de esculturas vitales, de
pinturas no sólo metafóricas, y de coraje humano.
Lo
hacemos en nombre de todos tus familiares y amigos, procedentes del norte al sur palentino, del éste al oste
español y sobre todo, del entorno cerrateño: Villaviudas, Magaz, Soto,
Torquemada, Baltanás, Antigüedad y otros lugares que conociste y te conocieron.
Gracias
en nombre de tus hijos en quienes queremos simbolizar a todos los que aquí
estamos.
En
nombre de tu emprendedor y noble Silvino, de tu sereno y pacificador Mariano,
de tu culto y fiel Julián, de tu entrañable y cuidadosa Carmen, de tu anhelada
y fuerte Mariele, y de tu benjamina y sensible Esther. Aquí nos tienes a todos,
cobijados bajo tu maternal manto y unidos como hermanos, biológicos y
políticos, a tantos sobrinos, primos, parientes y, creo, que también a todo
este pueblo que ha conocido tu talante deportivo, lúdico, juvenil, comprometido
y amistoso. Todos celebramos tu paso por la vida.
Gracias,
en nombre de un querido sobrino tuyo que me ha pedido personalmente que te diga
aquí y ahora lo que te voy a decir: “No me tienes físicamente presente, porque
no resisto esta emocional situación, pero te defino como a una mujer que diste
lo que eras: toda donación”.
Sabemos
que tu persona ha sido capaz de acercar la montaña palentina, plena de pétrea
sobriedad en el carácter de sus gentes, a los llanos cerrateños, repletos
igualmente de rectilínea hospitalidad con quienes a sus valles se acercan.
Celebramos
tu honradez castellana, capaz de decir si o no, sin más adornos que la
sinceridad y transparencia, en los
asuntos difíciles que requerían de una sentencia salomónica.
Agradecemos
tu entrega generosa a una familia propia y ajena, compuesta de hijos propios y
de íntimos sobrinos, que gozó de tus sentencias, de tus disposiciones, de tus
arremangos expeditivos y de tu cariño sin límite.
Agradecemos
tu buen humor para tirar los bolos, para ganar carreras y para sembrar un buen
hacer cargado de solidaridad y de ciudadanía, útiles actitudes para juntar al
pueblo y para olvidar desavenencias.
Gracias,
Justi, danos fuerza para seguir tu ejemplo. Si otros personajes históricos
introdujeron, en sus piramidales tumbas, alimentos y riquezas para propiciar el
tránsito hacia la otra vida, nosotros, hoy y aquí, ponemos nuestro latido junto
al tuyo para cargar de esperanza nuestro caminar por el buen sendero que tu nos
has trazado.
Gracias,
Justina.
Gracias
a todos por acompañarla.
M.R.R.
Reinoso de Cerrato, 9 de agosto de 2013.
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