Me pide el amigo Carlos,
que aquellas palabras que pronuncié en la iglesia del pueblo las ponga por
escrito.
Voy a ello. Diré primero
que se trata de una despedida a nuestro Párroco D. Julian. Este buen amigo se
marchó a la República Dominicana, a un lugar cercano a Haití. País este último
que como todo el mundo sabe ha sufrido recientemente los terribles efectos de
un huracán y hace varios años, los de un terremoto. Por si no quieres una taza,
tómate dos.
He preguntado sobre si
estas angustiosas circunstancias le han afectado a él, a D. Julián. Me han
dicho que, afortunadamente, no.
Las palabras de aquel domingo se reducían a tres: Gracias – Adios y Esperanza.
GRACIAS, D. Julián, por haber estado con nosotros:
Villaviudas, Soto, Magaz y Reinoso. Por haber sabido estar: atento, respetuoso,
sencillo, dinamizador. Convencido de un ideal y escuchando otros ideales
distintos. Gracias por haber sabido escuchar con apertura de oído y por haber
adelantado la palabra precisa en el momento preciso. En una palabra, gracias
por ese prudente saber estar.
ADIOS: que significa hasta luego. Nos alegra que un párroco
nuestro sea capaz de tener una mirada
internacional sobre los problemas del mundo. Son muchas las necesidades
existentes en Latinoamérica. Son pueblos hermanos que hablan nuestra misma
lengua. Es mucha el hambre, muchas las enfermedades que se podrían curar y no
se curan por falta de recursos apropiados. El hecho de que una persona que
predica la entrega a los demás sea la primera en dar el paso para vivir la vida
de los que malviven, se constituye en un ejemplo que arrastra a su feligresía.
Enhorabuena por saber optar.
ESPERANZA: Queremos que vuelva a los mismos pueblos que dejó
temporalmente. Queremos que su trabajo sea fructífero. Estamos convencidos de que
su partida no es un acto paternalista, sino un acto de compromiso humano que
trabajará por transformar las conciencias y las estructuras sociales del lugar
donde se encuentre. Conociendo su temple y sus valores humanos, esperamos que estos deseos se conviertan en realidad.
Todo ello será un timbre de honor para nuestra parroquia de Reinoso de Cerrato
a la que Vd. con tanto mimo ha conducido durante una larga temporada. A su
vuelta le esperamos en cualquier esquina de la plaza. Cuente desde ya con
nuestro expectante y agradecido abrazo.
Martín Rodríguez Rojo
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